El Papa Francisco fue contundente “La Cuaresma es para quitarnos las máscaras”.
Como es tradición cada año, el pontífice abrió la Cuaresma con una misa televisada a nivel mundial, donde hizo referencia a los cuarenta días de cambio que se acercan de cara al inicio de la Semana Santa.
En la misa de hoy el papa Francisco arremetió contra el individualismo y la “idolatría del yo” y advirtió que en la Iglesia “no cuenta lo exterior o los juicios humanos” sino el “amor y la verdad”. Terminada la misa el Papa no pudo ser participe de la procesión por sus quebrantos de movilidad.
El Papa Francisco no pudo participar en la procesión con la que el clero llega cada año a este templo desde la cercana iglesia de San Anselmo, a causa de los problemas de rodilla que le impiden permanecer de pie desde hace algunos meses.
Misma razón por la que el pontífice leyó su homilía sentado y ataviado con paramentos morados, propios de la Cuaresma: “Este es el tiempo favorable para convertirnos, para cambiar la mirada antes que nada sobre nosotros mismos, para vernos por dentro”, invitó ante obispos, cardenales, curas, religiosas y los frailes dominicos de Santa Sabina.
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Palabras del Papa Francisco.
“La ceniza que hoy recibimos en la cabeza nos dice que cada presunción de autosuficiencia es falsa y que idolatrar el ‘yo’ es destructivo y nos encierra en la jaula de la soledad” Papa Francisco.
El pontífice presidió este rito del miércoles de ceniza que abre la Cuaresma, encaminada a la Semana Santa, en la antigua basílica de Santa Sabina, en la colina romana del Aventino.
Ya en la misa comentó “Cuántas veces nos centramos en nuestros deseos o en lo que nos falta, alejándonos del centro del corazón, olvidándonos de abrazar el sentido de nuestro ser en el mundo”.
También mencionó: “La Cuaresma es un tiempo de verdad para quitarnos las máscaras que llevamos cada día aparentando ser perfectos a los ojos del mundo; para luchar, como nos ha dicho Jesús en el Evangelio, contra la falsedad y la hipocresía. No las de los demás, sino las nuestras”.
Su mensaje implica también a la Iglesia católica, cuyos “gestos y ritos muchas veces no tocan la vida, no son auténticos”, lamentó.
“Quizá los hacemos solo para que los demás nos admiren, para recibir el aplauso, para atribuirnos el crédito. Recordamos que en la vida personal, como en la vida de la Iglesia, lo que no cuenta es el exterior, los juicios humanos y el aprecio del mundo, sino la mirada de Dios, que lee el amor y la verdad”, sostuvo.
Para cumplir con estos objetivos, Francisco recomendó “tres grandes vías”: La limosna, que no debe ser un “gesto rápido para limpiarse la conciencia” sino experimentar la pobreza del prójimo, la oración sincera y el ayuno.
Por último, el Papa, cerró la misa colocandole la ceniza a varios de los presentes en la iglesio, posteriormente dio la bendición y se retiró del resinto camino al váticano.